Una idea común sobre la modernidad es la interconexión no sólo entre individuos, lo que vivimos a diario por medio de redes sociales, sino también entre sociedades y países enteros, lo que queda demostrado cuando escuchamos en las noticias cómo un evento aparentemente aislado en algún otro lado del mundo impacta la economía o la política de nuestro país, y eventualmente la economía de nuestros hogares y nuestras finanzas personales. Es también común encontrar listados de los países mejor posicionados con respecto a alguno de los aspectos que suelen calificarse al hablar de la calidad de vida: el nivel de ingresos por habitante, la riqueza del país, su reconocimiento oficial en organismos internacionales, la calidad de sus servicios de salud, etcétera. La importancia de este tipo de calificadores, más allá de resultar datos curiosos, reside en la forma en que la posición de un país en uno u otro calificador se ve reflejada en el estilo de vida de su población.
Uno de los rasgos calificadores más a menudo comparados entre diferentes países es el nivel de educación. No sólo se habla a este respecto de la calidad de los servicios públicos de educación y su alcance, que por sí mismo es un asunto muy complejo, sino también de la cantidad de años de escolaridad de la población y cómo impacta su calidad de vida. De hecho, la educación de los ciudadanos es un factor tan decisivo para el estado socioeconómico que ocupa dos de los cuatro indicadores que el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) toma en cuenta para medir el desarrollo humano de un país (México Social, 2019).
De acuerdo con el PNUD, en México se espera que un niño cumpla 14.1 años de escolaridad en su vida, lo que equivale a dos años del nivel superior. En este indicador, de los 189 países evaluados por el PNUD, México se encuentra en el lugar 75 (ibid.). Este resultado tiene que ver con la calidad del sistema educativo sobre todo en su ramo público, ya que se presume en la Constitución mexicana que la educación debe ser universal, lo que con esfuerzos se logra para los estudiantes que encuentran numerosos obstáculos cada vez para continuar su formación académica.
Ahora bien, en lo que respecta al grado promedio de escolaridad de un habitante en México, esa cantidad es de 8.6 años, lo que revela el punto antes mencionado: aun a pesar de que el sistema educativo en México permitiría, en teoría, que un niño pueda estudiar hasta dos años después de haber entrado al nivel superior, la realidad nos cuenta una historia diferente, en el que un estudiante mexicano en promedio abandona los estudios al tercer año de secundaria.
De nuevo, en un país con un sistema público de educación que podría permitir a los estudiantes continuar sus estudios hasta avanzada la universidad, ¿por qué los alumnos desertan? No sólo tienen que ver dificultades impuestas, por ejemplo, por la ubicación de los centros de estudio, ya que 11.6% de los estudiantes de nivel bachillerato en México deben asistir al centro de estudio fuera de su municipio de residencia (Usla, 2018), sino también las dificultades económicas que supone el mero hecho de asistir a una escuela presencial de manera recurrente, ya que a lo largo de los tres años de educación a nivel medio superior una sola persona en México gasta en promedio $53,220 (incluyendo ya gastos como materiales, uniformes, transporte, credenciales, colegiaturas, etc.; ibid.), lo que sin duda conduce a datos desesperanzadores como que en el ciclo escolar 2020-2021, 6.5 millones de mexicanos decidieron no inscribirse para estudiar debido al gasto económico que ello supondría (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2021).
Dado que el nivel de escolaridad, como se ha visto antes, es también un factor clave en la posición socioeconómica de los individuos y un criterio importante para determinar el producto interno bruto per cápita de un país, no es de sorprenderse tampoco que México ocupe el lugar 66 de entre todos los países evaluados por la Organización de las Nacionales Unidas (ONU) en lo que respecta al PIB per cápita (Naciones Unidas, s. f.), que determina el nivel de ingresos promedio de un habitante.
Por todos los datos anteriores, la UNIDEV entiende la trascendencia de su compromiso con ofrecer un modelo educativo innovador y accesible que acerque a los mexicanos al soñado ideal de la educación universal y al mejoramiento de la calidad de vida de la población, lo que puede lograrse en un mundo interconectado a través de la profesionalización y el alcance de las metas académicas de los individuos. La UNIDEV reitera así su confianza en el deseo de superación personal y profesional de sus aspirantes y estudiantes y solidifica su esfuerzo de continuar ofreciendo un modelo educativo integral accesible desde cualquier parte del país.
Referencias
—Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2021). Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED) 2020 [versión electrónica]. https://drive.google.com/file/d/1Qzt4MXzGlC3URFm0XlFkZ7A1DWoBgIvv/view?usp=sharing
—México Social. (2019, 1 de febrero). México y su desarrollo humano. https://www.mexicosocial.org/mexico-y-su-desarrollo-humano/
—Naciones Unidas. (s. f.). Basic data selection. https://unstats.un.org/unsd/snaama/Basic
—Usla, H. (2018, 10 de julio). Aumenta deserción escolar por falta de interés y problemas económicos. El Financiero. https://www.elfinanciero.com.mx/economia/aumenta-desercion-escolar-por-falta-de-interes-y-problemas-economicos/