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Miguel Hidalgo, la búsqueda del Padre de la Patria

En el grupo de figuras clave de los movimientos mexicanos sociales de búsqueda de justicia, la más reconocida e importante es sin duda la de Miguel Hidalgo, el cura del pueblo de Dolores, Guanajuato, que con su determinación convocó al pueblo indígena para levantarse en armas en una lucha que a la larga terminaría con la declaración de la independencia de México con respecto de España, que había controlado el país como un virreinato desde el siglo XVI.

 

Las asunciones tanto de la imagen como de la biografía misma de Hidalgo han sido puestas bajo cuestión en múltiples ocasiones en tiempos recientes, no sólo en libros de historia, sino también, por ejemplo, en el testimonio del exgobernador de Coahuila Humberto Moreira (2005-2011), que en 2007 aseguró, aunque sin presentar pruebas (Ramos, 2007), que la imagen que se asocia comúnmente con Hidalgo ―a grandes rasgos, la de un anciano casi enteramente calvo con sólo restos de cabello canoso― fue resultado de un retrato comisionado por la administración mexicana del emperador Maximiliano de Habsburgo, para el cual se habría usado de modelo a un sacerdote belga.

 

Aunque, siendo un padre menor, Hidalgo nunca fue objeto de un retrato en vida, como sí llegaron a serlo otras figuras que formarían parte de la insurgencia independiente, como Morelos o Vicente Guerrero (Cruz, 2016), la descripción física más confiable que se tiene del cura la incluyó el historiador Lucas Alamán en su libro Historia de Méjico (1849-1852), ya que Alamán sí llegó a conocer a Hidalgo personalmente. La descripción de Alamán estableció las bases que por lo general se aceptan al mostrar la imagen de Hidalgo (y que no fueron del todo atendidas por los pintores que retrataron a Hidalgo tras su muerte en 1811): moreno, de estatura mediana, de amplia espalda, «bastante cano y calvo» (ibid.). Entre los retratos anteriores a la publicación del libro de Alamán pueden encontrarse algunos en que Hidalgo, por ejemplo, es de piel más bien clara o tiene abundante cabello.

 

Más allá de la imagen de Hidalgo, hasta los relatos que se tienen de su vida son reveladores en el sentido de que se contraponen a los de una figura religiosa ortodoxa: disfrutaba organizar fiestas reprobadas por sus superiores eclesiásticos por considerarlas heréticas, donde se exponían, por ejemplo, obras de teatro de Molière que habían sido incluidas en el Índice de Libros Prohibidos del Vaticano cuando la Santa Inquisición persistía con fuerza en Europa y los dominios europeos en América. Asimismo, son conocidos los rumores que se tenían ya desde entonces entre los asistentes a su servicio como cura de su liberalidad con sus votos de castidad, llegando al punto de que la película biográfica Hidalgo: la historia jamás contada (2010) no teme mostrar a un Hidalgo abiertamente coqueto con las mujeres.

 

La concepción de Hidalgo como un cura manso y obediente probablemente no sería siquiera compatible con la del cura que decidió en un acto de rebeldía y contestación arengar a sus fieles contra los cambios de régimen que tomaban lugar del otro lado del océano Atlántico, pero el establecimiento de algunos de sus rasgos básicos para formar parte de un mito fundacional de la nación mexicana muestra cuán poderosa es la necesidad de fijar figuras claras para la inspiración de valores como la justicia, la solmenidad y la ecuanimidad entre los ciudadanos.

Referencias

—Cruz, M. (2016, 15 de septiembre). El Miguel Hidalgo que ves en todos lados es una invención de los pintores. Verne. https://verne.elpais.com/verne/2016/09/15/mexico/1473919615_806294.html

—Palomino, A. (2020, 10 de agosto). La mentira sobre el hombre que se encuentra detrás del retrato de Miguel Hidalgo. Cultura Colectiva. https://culturacolectiva.com/historia/cual-era-el-verdadero-rostro-de-miguel-hidalgo/

—Ramos, L. (2007, 18 de septiembre). La imagen que conocemos de Hidalgo es apócrifa, según Humberto Moreira. La Jornada. https://www.jornada.com.mx/2007/09/18/index.php?section=politica&article=016n1pol

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