Después de la salida de Porfirio Díaz de la presidencia de México, lograda gracias a la organización social iniciada por Francisco I. Madero tras las elecciones presidenciales de 1910 en las que Díaz se había reelegido una vez más con el fin de extender aún más su dictadura, se convocó nuevamente a elecciones y Madero resultó ganador, convirtiéndose en presidente el 6 de noviembre de 1911 («Aniversario del nacimiento de Francisco I. Madero», s. f.). Una vez en el cargo, Madero emprendió acciones para mejorar el acceso de la población a los servicios educativos y de salud, aprobó la reducción de la jornada laboral de doce a diez horas y el derecho a la huelga, legalizó la libertad sindical, impulsó la participación democrática de la población en las elecciones y, a diferencia de Díaz, promovió y respetó la libertad de prensa (ib.). Sin embargo, al pasar de los meses, su gestión presidencial comenzó a reunir grupos importantes de inconformes. Por ejemplo, a los campesinos e indígenas representados por Emiliano Zapata, que exigían que se les devolvieran las tierras comunales tomadas por los antiguos hacendados y caciques, les pareció que su manera moderada de tratar a los antiguos líderes porfiristas con el fin de redistribuir la tierra, pero no expropiarla, era contraria a lo que se esperaba de su gobierno en un inicio (Momentos estelares del Ejército mexicano, s. f.: 1). El mismo Zapata llegó a convocar el Plan de Ayala para desconocer a Madero como presidente, lo que evidenciaba la pérdida del apoyo que Madero tuvo alguna vez entre obreros y campesinos (ib.).
Así, durante los 15 meses que duró su presidencia, Francisco I. Madero se enfrentó a distintas rebeliones armadas, huelgas y conspiraciones contrarrevolucionarias (Momentos estelares del Ejército mexicano, s. f.: 1), no sólo organizadas por sus antiguos aliados, ahora desilusionados con su gobierno, sino también por políticos y militares favorecidos durante la dictadura de Porfirio Díaz que esperaban volver a ocupar posiciones de poder. Asimismo, durante todo el año de 1912 el gobierno de Estados Unidos, encabezado entonces por el presidente William Howard Taft, estuvo amenazando y difamando al gobierno de Madero en distintas publicaciones impresas a través de declaraciones del embajador de Estados Unidos en México, Henry Lane Wilson (que llegó a decir que Madero carecía de las capacidades mentales necesarias para ser presidente; Lechuga Cruz, 2017: 51), ya que los planes políticos nacionalistas de Madero con respecto a la instalación de vías de ferrocarriles y la explotación de petróleo no beneficiaba los intereses económicos de Estados Unidos («Inicio de la Decena Trágica», s. f.; Momentos estelares del Ejército mexicano, s. f.: 2).
Fue con estos antecedentes que el mismo año de 1912 comenzó a planearse entre miembros del Ejército mexicano con antecedentes porfiristas, que contaban con el apoyo del gobierno estadounidense, un golpe de Estado que se llevó a cabo la madrugada del 9 de febrero de 1913 y que duraría cerca de 10 días, formando un episodio que pasaría a la historia mexicana con el nombre de la Decena Trágica («Inicio de la Decena Trágica», s. f.; Momentos estelares del Ejército mexicano, s. f.: 1). Esa madrugada del 9 de febrero, los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz comenzaron por levantar en armas en la Ciudad de México a un grupo de cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan y a una parte de la tropa del Cuartel de Tacubaya («Inicio de la Decena Trágica», s. f.). Con el respaldo de estos elementos del Ejército consiguieron liberar a los generales Bernardo Reyes, que estaba preso en la cárcel de Santiago Tlatelolco por un intento de rebelión anterior, y Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, que estaba encarcelado en la penitenciaría de Lecumberri por el mismo crimen (Momentos estelares del Ejército mexicano, s. f.: 2-3). El plan personal de Félix Díaz era participar en las elecciones una vez que Francisco I. Madero fuera sacado del gobierno, ya que creía que le correspondía el derecho de convertirse en presidente al ser familiar de Porfirio Díaz (Lechuga Cruz, 2017: 51).
Una vez que se completó la liberación de Bernardo Reyes y Félix Díaz para que fueran los líderes del golpe de Estado (Lechuga Cruz, 2017: 49), los militares alzados se dirigieron al Palacio Nacional con el objetivo de tomarlo. Al encontrarse con los miembros del Ejército que apoyaban el gobierno legítimo de Madero en el Zócalo, se originó un enfrentamiento que resultó en elementos muertos y heridos en ambos bandos (incluido entre estos últimos el general responsable de la plaza en el Ejército maderista), pero en especial en el de los golpistas («Inicio de la Decena Trágica», s. f.), lo que los orilló a resguardarse en La Ciudadela, un edificio donde se guardaban armas y municiones, lo que les permitió mantenerse bien armados y provisionados. Una vez que el presidente Madero supo del levantamiento armado, se refugió en el Palacio Nacional y nombró a Victoriano Huerta comandante militar de la plaza, en sustitución del general herido en el enfrentamiento en el Zócalo. Así, las balaceras continuaron del 10 al 17 de febrero entre las fuerzas federales lideradas por Victoriano Huerta, resguardadas en el Palacio Nacional, y los militares rebeldes, acuartelados en la Ciudadela (Lechuga Cruz, 2017: 50). Aunque varios diputados, senadores y embajadores le pidieron a Madero que renunciara a la presidencia para detener el conflicto, Madero se negó (op. cit.: 51).
Con fácil acceso a distintas clases de armas y municiones en la Ciudadela, los militares golpistas lograron, el 18 de febrero, después de casi 10 días de enfrentamiento, hacer prisioneros al presidente Madero y al vicepresidente José María Pino Suárez en el Palacio Nacional, lo que representó el triunfo definitivo del golpe de Estado («Inicio de la Decena Trágica», s. f.). Para hacer pasar el levantamiento armado como un acto legal legítimo, el embajador estadounidense Henry Lane Wilson intervino y facilitó las instalaciones de la embajada de Estados Unidos en la Ciudad de México para que los militares rebeldes firmaran con Victoriano Huerta como representante del gobierno de Madero el conocido como Pacto de la Embajada o Pacto de la Ciudadela, en el que se desconocía oficialmente a Madero como presidente y se establecía un gobierno interino encabezado por Huerta, que pasó así a traicionar la presidencia legítima de Madero con el fin de convertirse él mismo en presidente (Lechuga Cruz, 2017: 51).
Con el fin de evitar una nueva guerra, tanto Madero como el vicepresidente Pino Suárez aceptaron entonces renunciar a sus puestos en favor de Victoriano Huerta, que pudo entonces ser declarado por el Congreso como presidente legítimo del país («Inicio de la Decena Trágica», s. f.). Aunque amigos y familiares de Madero y Pino Suárez intentaron negociar su puesta en libertad, ambos terminaron por ser asesinados el 22 de febrero de 1913, 13 días después de iniciado el golpe de Estado (ib.).
Victoriano Huerta, llegado al poder después de negociar con los golpistas y con el apoyo de la embajada de Estados Unidos, lejos de escuchar las inconformidades de los grupos vulnerados desde la dictadura de Porfirio Díaz, como el de los campesinos liderados por Emiliano Zapata, entró después también en conflicto con ellos. Como se puede ver, en la que es quizá la lección histórica más significativa del episodio mexicano de la Decena Trágica, aunque la disidencia y el desacuerdo en torno a un gobierno electo legalmente pueden originar opiniones muy fuertes y peleadas, es importante estar al tanto de que pueden existir fuerzas y grupos sociales dispuestos a aprovechar el descontento para llevar a cabo sus propios planes (muchas veces con motivaciones y ambiciones personales u ocultas), incluso a costa de los intereses válidos de los individuos que desaprobaron el gobierno electo en primer lugar.
Referencias
—Aniversario del nacimiento de Francisco I. Madero «Apóstol de la Democracia». (s. f.). Comisión Nacional de los Derechos Humanos. https://www.cndh.org.mx/noticia/aniversario-del-nacimiento-de-francisco-i-madero-apostol-de-la-democracia
—Inicio de la Decena Trágica. (s. f.). Comisión Nacional de los Derechos Humanos. https://www.cndh.org.mx/noticia/inicio-de-la-decena-tragica
—Lechuga Cruz, J. T. (2017). Coahuila en el Congreso Constituyente, 1916-1917. Gobierno de Coahuila; Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México; Secretaría de Cultura. https://drive.google.com/file/d/1hB3GyECmKu1ypJHKP2IFrvOJz84MT3B6/view?usp=sharing
—Momentos estelares del Ejército mexicano. La Decena Trágica. (s. f.). https://drive.google.com/file/d/17Oy02keEqYzSTH15IDNqN1zDjRW50Y8Y/view?usp=sharing