La laguna de Bacalar, ubicada a menos de una hora de Cancún en el estado de Quintana Roo, llamada la «laguna de los siete colores» (Secretaría de Turismo) debido a las múltiples tonalidades de azul que según su leyenda reciente pueden verse en sus aguas, así como la igualmente colorida historia que la acompaña, fue la razón de que el municipio de Bacalar fuera declarado por el gobierno federal como pueblo mágico en 2006 (ibid.).
Bacalar fue fundado por los mayas en el año 415 con el nombre de Sian Ka’an Bhakalal, y una vez llegados los españoles, debido al conflicto frecuente entre las provincias mayas de la región, la ciudad cayó fácilmente en sus manos y se convrtió en un punto clave de las rutas comerciales con las zonas hoy ocupadas por Guatemala y Honduras (Portal de Gobierno de Bacalar).
Por su clima tropical, Bacalar es el destino ideal para muchas actividades de turismo ecológico, como practicar buceo, nado o snorkeling. Son además muchas sus atracciones alrededor de la laguna: el Fuerte de San Felipe, el Cenote Azul, el Museo de la Piratería, el templo de San Joaquín.
Quizá la actual predilección turística por Bacalar (que atrae a más de 180,000 personas de todo el mundo a un pueblo de apenas 12,000 habitantes [Ruiz Canduriz, 2021; Instituto Nacional de Estadística y Geografía]) tenga como la misma laguna una historia antigua: durante el siglo XVI, apenas después de la llegada española, Bacalar se convirtió en un punto común de ataques de barcos piratas llegados de otros tantos puntos de Europa: Francia, Holanda, Inglaterra. Los ataques con la intención de arrebatar la conquista a los españoles eran tan frecuentes y desgastantes que las autoridades virreinales resolvieron construir una forma de defenderse de ellos en los alrededores de la laguna, y así se levantó en 1729 el Fuerte de San Felipe.
El peso de haberse vuelto un pueblo mágico en 2006 no ha sido gratuito para Bacalar. Desde entonces su infraestructura hotelera ha crecido 280%, y, aunque baja, es audible la voz de sus habitantes entre el griterío de los turistas, que advierten del riesgo ecológico que ser un punto tan concurrido con una población local tan pequeña significa (Ruiz Canduriz, 2021): no sólo es la mayor parte de los beneficios económicos percibida casi exclusivamente por los inversionistas de la industria hotelera y no por los negocios locales, sino que además son también recientes las llamadas de atención que muestran cómo los siete tonos de azul que en el pasado le dieron su fama a Bacalar podrían perderse por las consecuencias ecológicas de recibir a tanta gente de manera constante.
Más allá de los efectos del turismo en la población y el equilibrio natural de un pueblo cuyo principal atractivo es precisamente ese equilibrio natural, es innegable el valor de un punto como éste en México, que puede mostrar no sólo grandes contrastes de perspectivas en torno a la actividad turística, sino también cómo estas perspectivas contrastantes se encuentran y se funden, quizá, como los siete diferentes azules de su laguna.
Referencias
—Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (s. f.). Censo de Población y Vivienda 2020. https://www.inegi.org.mx/app/cpv/2020/resultadosrapidos/default.html
—Portal de Gobierno de Bacalar. (s. f.). Historia. http://www.bacalar.gob.mx/historiabacalar.html
—Ruiz Canduriz, R. (2021, 19 de octubre). Turistificación: un fenómeno que amenaza a Bacalar y su laguna. La Jornada Maya. https://www.lajornadamaya.mx/quintanaroo/182702/turistificacion-un-fenomeno-que-amenaza-a-bacalar-y-su-laguna
—Secretaría de Turismo. (s. f.). Bacalar, Quintana Roo. https://www.sectur.gob.mx/gobmx/bacalar-quintana-roo/