Uno de los rasgos más dolorosos de la modernidad, especialmente visible en un país donde la riqueza se distribuye de manera tan inequitativa como México, es la diferencia en calidad de vida de las personas de acuerdo con aspectos sobre los que los individuos raramente tienen algún control. Desde el lugar donde se nace hasta la oferta laboral en el lugar donde se vive, los mexicanos han aprendido a lidiar con toda clase de circunstancias que los limitan en sus expectativas de una vida digna.
Como se ha mencionado antes, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un solo año más de escolaridad en el promedio poblacional de un país puede incrementar el producto interno bruto (PIB) per cápita entre 4 y 7% (Universidad Nacional Autónoma de México, s. f.). Es importante recordar este dato por la disparidad respecto al nivel de escolaridad en el país y cómo esa disparidad repercute en el ingreso económico de cada Estado, lo que influye directamente en la calidad de vida de sus pobladores. Una comparación rápida nos lo muestra: la Ciudad de México, el Estado del país con el mayor nivel de escolaridad (un promedio de 11.48 años de educación por habitante), es también el país con la mayor aportación nacional al producto interno bruto (el 15.8% del PIB total del país en 2020 procedió de la Ciudad de México); en cambio, los Estados con los promedios de años de escolaridad más bajos entre su población (Chiapas, con 7.78 años de promedio; Oaxaca, con 8.12; Guerrero, con 8.37) consistentemente aparecen entre los Estados con un ingreso al producto interno bruto menor (Chiapas, 1.5%; Oaxaca, 1.6%; Guerrero, 1.4%) (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2021; Instituto Nacional de Estadística y Geografía, s. f.).
El bajo nivel de escolaridad en la población de una ciudad o un Estado no sólo es conductor de un nivel de ingresos menor entre la población en general, sino además un indicador de peso de la probabilidad de que un individuo de dicha población deba recurrir al trabajo informal para poder subsistir. Del total de empleados en el sector informal en 2013, el 74.7% había concluido o interrumpido sólo sus estudios de nivel de secundaria; mientras tanto, en el sector formal, ese grupo representaba sólo el 41.1%, menos de la mitad del total de los empleados formales (IMCO, 2014). La formalidad del empleo además se vuelve otro rasgo distintivo del nivel de calidad de vida individual, ya que con la formalidad se toman en cuenta el acceso a prestaciones legales inexistentes en el sector informal: seguro social, créditos de vivienda y diversos beneficios de clase educativo-social.
Lo que se vuelve claramente evidente al presentarse estas realidades es la necesidad de la educación como un catalizador del cierre de diferencias en los beneficios de las diferentes clases sociales del país. No habrá sorprendido a nadie que los Estados con un nivel de escolaridad menor, mencionados arriba en este artículo, sean también Estados con una historia de abuso por parte del sistema gubernamental y por la ineptitud del sistema de justicia, con una población abandonada que a veces debe atravesar largos viajes para poder acceder a planteles educativos mal abastecidos y con personal no suficientemente preparado.
Aunque resulte duro y desesperanzador, un panorama como éste nos obliga a los ciudadanos, llegados de cualquier lugar del país y con cualquier nivel de estudios, a encontrar en nosotros acciones que dignifiquen la vida de todos los habitantes del país por igual. Es para la UNIDEV por tanto un orgullo, como lo ha refrendado desde siempre, comprometerse con ofrecer una educación de calidad para todos los aspirantes interesados en continuar su formación profesional con miras a un mejor futuro, con la comodidad de estudiar desde cualquier punto del país y con una flexibilidad total de horarios para el desarrollo de las actividades académicas. Para la UNIDEV, el cambio no es sólo para comprometerse por un buen futuro, sino tomar parte en ese cambio en el presente de manera continua y entregada, como lo hace y lo seguirá haciendo.
Referencias
—IMCO. (2014, 1 de mayo). Lo que la escolaridad nos dice sobre la fuerza laboral. Animal Político. https://www.animalpolitico.com/sin-competitividad-no-hay-paraiso/lo-que-la-escolaridad-nos-dice-sobre-la-fuerza-laboral/
—Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (2021, 9 de diciembre). Producto interno bruto por entidad federativa 2020. https://drive.google.com/file/d/11WVOaMQ_DbqEN2gILzhlyPk-KLw9og7a/view?usp=sharing
—Instituto Nacional de Estadística y Geografía. (s. f.). Grado promedio de escolaridad de la población de 15 y más años por entidad federativa según sexo, años censales seleccionados 2000 a 2020. https://www.inegi.org.mx/app/tabulados/interactivos/?pxq=Educacion_Educacion_05_2f6d2a08-babc-442f-b4e0-25f7d324dfe0
—Universidad Nacional Autónoma de México. (s. f.). Importancia de la educación para el desarrollo. Plan Educativo Nacional. http://www.planeducativonacional.unam.mx/CAP_00/Text/00_05a.html