¿Cómo escoger una carrera universitaria?

En la actualidad, la educación ha tomado entre la población mexicana una importancia que quizá no había tenido nunca. La relación directa entre el nivel educativo y el nivel de calidad de vida de las personas ya ha pasado a formar parte del conocimiento popular (de acuerdo con el INEGI, el 73% de los mexicanos mayores de edad consideran que entre más alto sea el nivel de escolaridad de alguien, mayores serán sus probabilidades de mejorar sus condiciones de vida; Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2022: 14) y los números de estudiantes inscritos en todos los niveles educativos en México ha ido consistentemente al alza desde hace décadas (con la excepción de los primeros años de la década de 2020, marcada por las dificultades para el estudio supuestas por la pandemia causada por el virus de COVID-19; «Tasa neta de matriculación por entidad federativa», s. f.).

Sin embargo, una cuestión que puede seguir despertando dudas y preocupación entre los estudiantes, especialmente una vez que han completado el nivel bachillerato, es la elección de una carrera a seguir al ingresar a la universidad, ya que de esa decisión suele depender en buena parte el desarrollo profesional de las personas una vez que consiguen graduarse, incluidos no sólo su potencial de ingresos mensuales, sino también condiciones como la ubicación en posiciones de trabajo informal o el desempleo (Morales Fredes, 2023).

Ya que el mero hecho de completar la educación universitaria en México puede representar ingresos, en promedio, 85% mayores que si se deja de estudiar sólo hasta el grado de preparatoria (ib.), lo innegable es que, más allá de las carreras escogidas por los estudiantes y las dificultades particulares supuestas por cada una, incluso desde el punto de vista económico no puede existir mejor inversión individual o colectiva que la educación para conseguir un nivel de vida más cómodo.

Un aspecto importante de la selección de carrera universitaria en México es que suele estar basada en nociones equivocadas acerca del futuro del mercado laboral relacionado con ciertas carreras populares (Ayza, 2023). Por ejemplo, aunque la carrera de administración de empresas es a la que más estudiantes se inscriben en el país, su profesión no está ni entre las mejor pagadas ni entre las que tienen mejor tasa de retorno de inversión de tiempo y recursos (ib.). De esta forma, el 50% de los estudiantes universitarios se registran en sólo 10 de las 118 carreras universitarias existentes en México (Morales Fredes, 2023), lo que a la larga genera un exceso de egresados en carreras populares que no pueden dar cabida a todos ellos en un mercado laboral al que cada año se integran 700,000 graduados universitarios mexicanos (ib.), y esto puede terminar por orillar a los graduados a ubicarse profesionalmente en áreas no relacionadas con las carreras que estudiaron o a aceptar empleos con un ingreso salarial por debajo de lo esperado. Asimismo, así es como se ha desembocado en el fenómeno actual de un número muy limitado de carreras populares cuyas tasas de ingresos financieros van a la baja debido a la cantidad enorme de profesionales disponibles en ellas y a la creciente competencia en el mercado laboral.

La elección de una carrera universitaria, como un punto determinante no sólo en la formación académica de las personas, sino también en el curso general que tomará su vida, requiere, primero, una convicción acerca del porvenir que cada uno espera quesólo puede obtenerse a través del conocimiento profundo de uno mismo y de sus necesidades y deseos intelectuales y personales («How to choose a career», s. f.). El conocimiento de las motivaciones y fortalezas de cada uno es algo que no puede consultarse en una guía de carreras de moda de un año concreto, y eso es por lo que la orientación vocacional basada en la personalidad debe priorizarse por sobre todo lo demás al tomar una decisión tan trascendente.

Una vez que se escoge la carrera en que uno sabe que sus habilidades y sus aspiraciones sí tienen lugar, las dificultades que van surgiendo pueden ser afrontadas con una actitud abierta al aprendizaje. Esta disposición para estudiar aquello en que cada persona es buena y por lo que ya tiene un gusto desarrollado a través de su propia experiencia de vida no sólo puede a la larga contribuir a reducir los números de estudiantes que terminan por abandonar o cambiar sus carreras a medio camino debido a la desilusión o la falta de motivación, sino que también puede abonar a la sensación de realización personal entre los futuros profesionistas, un aspecto clave para el sentimiento de bienestar en la sociedad.