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Cómo leer más y mejor

Como hemos visto antes, el aprendizaje es un proceso que no termina al salir de la escuela ni al atravesar la infancia o la juventud. Para manejar tecnologías nuevas y más complejas o para desarrollar nuevas habilidades útiles para el trabajo o la vida personal, los procesos de aprendizaje, más allá de sus métodos, son inevitables a cualquier edad. Uno de esos métodos de aprendizaje, popular a cualquier edad gracias a la conexión que tradicionalmente se le atribuye con un mayor nivel de inteligencia, es la lectura. Y la lectura es vista no sólo como una forma de aprendizaje, sino también como un medio de entretenimiento: de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, del 40% de mexicanos mayores de 18 años que saben leer y escribir que en 2020 dijo haber leído al menos un libro a lo largo del año, el 38.7% mencionó como su principal motivación para leer el puro entretenimiento, seguida de motivaciones relacionadas con el trabajo o el estudio (27.1%) y con cultura general (25.5%) (G&G Gestoría en Comercio Exterior y Oficina Comercial de Chile en Guadalajara, 2020).

 

De esta forma, y considerando la necesidad de leer especialmente entre las personas que cursan un grado escolar, se presentan aquí algunos consejos útiles no sólo para leer más (que puede constituir tanto entre estudiantes como entre personas que ya han terminado sus estudios un objetivo de desarrollo personal e intelectual importante), sino también para leer mejor.

 

  1. Hacer un plan de lectura. Para diseñar una estrategia para leer es de ayuda darse cuenta de que la lectura, especialmente con fines de aprendizaje para estudiantes y trabajadores, requiere calma y atención, ya que los materiales académicos o laborales de lectura no siempre son de fácil comprensión y requieren un esfuerzo de concentración mayor que los materiales de lectura por entretenimiento. Así, aunque un plan de lectura no requiere necesariamente de un horario fijo diario (Jordan, 2020), sí puede beneficiarse de un compromiso personal que nos mantenga motivados con el paso de los días: puede basarse, por ejemplo, en una cantidad de páginas o de párrafos leídos por día o en una cantidad de minutos diarios, independientemente del horario. Una vez que dosificar la lectura de esta forma nos permite adaptarnos al hábito de leer, pueden buscarse metas más ambiciosas, como establecer un horario o un espacio determinados en que podamos estar concentrados para leer a diario.

 

  1. Escoger con cuidado las lecturas. Una razón por la cual las personas pueden verse orilladas a abandonar sus planes de lectura, ya sea dentro o fuera de la escuela, es la pérdida de motivación respecto a lo que se lee. Esta pérdida de motivación puede deberse a la dificultad de la lectura (que, por ejemplo, al tratarse de lecturas especializadas relacionadas con la escuela, puede ser muy alta) o al desinterés que provocan ciertos temas, el ritmo de un libro o la forma en que está escrito. Es por esto que es importante, al elegir a qué se dedicará el tiempo de lectura, tomar en cuenta en la medida de lo posible sólo aquello que de verdad podría ser de interés para nosotros. Leer un libro de historia que nos resulta aburrido, por ejemplo, con el único fin de aprender sobre historia puede terminar siendo contraproducente, ya que nos quitaría el tiempo que podríamos dedicarle a otro libro que también nos permitiría aprender sobre historia al mismo tiempo que disfrutamos su lectura y nos mantiene motivados. Ya que entre las múltiples actividades con las que se tiene que vivir en el mundo moderno las personas disponemos de poco tiempo para actividades como la lectura (DiGiulio, 2018), es importante también estar dispuestos a abandonar la lectura de un libro que no nos da ningún disfrute y cuya lectura no es necesaria con un fin académico o laboral.

 

  1. Elegir la forma de leer para cada lectura. Con el fin de evitar comprometernos a mediano o largo plazo con la lectura de un libro que podría terminar decepcionarnos al desinteresarnos, es útil inspeccionar lo que vamos a leer antes de leerlo. La inspección de la lectura, que podría tomar sólo unos cuantos minutos (Anderberg, 2022), se basa en revisar las partes del libro que normalmente se pasarían por alto: la portada, la contraportada, los índices, incluso el número de páginas. Una revisión de este tipo puede permitirnos plantearnos preguntas útiles (¿nos llama la atención el libro de acuerdo con su portada o con lo que dice la contraportada?, ¿en serio estamos dispuestos a leer un libro tan extenso?, ¿los temas o los nombres de los capítulos que aparecen en el índice de verdad suenan interesantes?) al momento de determinar no sólo si de verdad querríamos comprar el libro que estamos revisando, sino también si de verdad podríamos comprometernos a leerlo a lo largo de un período de varios días o semanas. Asimismo, como se mencionó más arriba, si uno termina emprendiendo la lectura de un libro que al fin nos decepciona, abandonarlo puede ser más benéfico que sólo seguir leyendo por compromiso. Este proceso de revisión es útil incluso para estudiantes, ya que inspeccionar los contenidos de una lectura necesaria para un curso académico puede ser de utilidad para determinar si el material de lectura realmente requiere ser leído con mucho detenimiento o si puede ser leído de manera rápida y superficial, lo que al final terminaría ahorrando mucho tiempo.

 

  1. Leer más profundamente. Una vez que uno se ha comprometido para leer un libro o cualquier otro tipo de material, y con el fin de obtener de tal material el mayor provecho de aprendizaje posible, se puede intentar un tipo más profundo de lectura que, aunque debido a sus requerimientos podría no ser de interés o del gusto de todas las personas, puede ser muy útil al leer contenidos necesarios para la escuela o el trabajo. El tipo de lectura profunda requiere considerar no sólo que tal vez se necesitaría invertir mayores concentración y tiempo (Jordan, 2020), sino también que podría beneficiarse de consultar un diccionario (por ejemplo, cuando nos topemos con términos desconocidos), de usar marcatextos o subrayar secciones de especial importancia para recordar después, de estar dispuestos a releer fragmentos más difíciles de comprender y, en general, a hacernos a nosotros mismos preguntas acerca de lo que estamos leyendo, con el fin de poner a prueba nuestra concentración y la manera en la que estamos captándolo.

 

Ya que la lectura atenta puede ser necesaria en cualquier etapa de la vida, ya sea como estudiantes de primaria o dentro del mundo laboral a los cuarenta años, lo ideal sería que nunca constituya un proceso que cause desánimo o aburrimiento, sino más bien que sea entendido como una herramienta de gran importancia para aprender y reafirmar lo que ya se ha aprendido con anterioridad. Es al entenderlo de esta manera que la UNIDEV espera que una guía de este tipo pueda ser de ayuda, no sólo para beneficio de sus alumnos, sino de todas las personas interesadas en mejorar sus habilidades de lectura.

Referencias

—Anderberg, J. (2022, 20 de junio). How to read a book. Art of Manliness. https://www.artofmanliness.com/living/reading/how-to-read-a-book/

—DiGiulio, S. (2018, 12 de diciembre). How to be a better reader. NBC News. https://www.nbcnews.com/better/pop-culture/how-be-better-reader-ncna946166

—G&G Gestoría en Comercio Exterior, y Oficina Comercial de Chile en Guadalajara ProChile. (2020, julio). Estudio sector editorial en México [versión electrónica]. Gobierno de Chile; ProChile. https://drive.google.com/file/d/1nB8xGxg7ARF-ZASx-8KMXuPXieWnyBUN/view?usp=sharing

—Jordan, T. (2020, 27 de mayo). 6 steps to become a better reader. The New York Times. https://www.nytimes.com/interactive/2020/05/27/burst/6-steps-to-become-a-better-reader.html

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